Ante dos problemas cruciales: calles no asfaltadas y la falta de agua desde el piso 3º, nos decidimos algunas personas a crear una Asociación de Vecinos en 1977 que tuviera voz en el Ayuntamiento. Nos reunimos un matrimonio (Pepe y Marisa) un estudiante de los Redentoristas, Damián y otras dos personas muy antiguas en el Barrio, Teresa Ustáriz y Carmen Gª-Rosado. A la hora de hacer todos los trámites ya se nos unieron más vecinos (Antonio, Manolo y sus hermanos, Checho, Javier, Nuria). Y le dimos ya un nombre oficial a la Asociación, “ZOES” (Zona Oeste). Teresa Ustáriz, vecina de la Calle Churriguera, diseñó un sencillo anagrama de varias personas cogidas de la mano.
Mientras se confeccionaba el papeleo para el reconocimiento de la Asociación, hicimos algunas reuniones en el local de la planta baja de la Parroquia de Santa Teresa. Convocábamos con unas hojitas pegadas en los portales de las casas. Para realizar esta labor nos levantábamos a las 6 de la mañana de forma que nadie nos viera pegarlos por “si las moscas” pues no olvidemos que aún se consideraban estas actividades y movimientos como algo “subversivo”. En la convocatoria se ponía que al final tomaríamos todos juntos una sangría y eso también era un gran atractivo. El pequeño coste que suponía todo esto, salía de nuestros bolsillos. Ya a partir de esas reuniones pusimos una cuota de 25 pesetas al mes que una persona (C.G.-R) iba recogiendo casa por casa; era agotador pues muchas de ellas no tenían ascensor y los contestadores aún no existían.
También se comenzó a “editar” una “revista” a fotocopia para comunicar a los vecinos cómo iban los trámites y expresar las quejas del Barrio al Ayuntamiento, Papeles de ZOES y Barros.
Una vez registrada como Asociación, con el fin de darnos a conocer, hacer algo “original” y sacar algunos fondos, nos propusimos hacer un rastro en la Plaza del Oeste. Se pidió permiso al Ayuntamiento y no nos lo concedieron. No obstante, como estábamos a pocos meses de que hubiera Elecciones Municipales, seguimos en nuestro empeño sin permiso y no se atrevieron ya a meterse con nosotros y suprimirlo. Para publicitarlo nos íbamos al Barrio de Garrido, entre otros lugares, a hacer pintadas en las tapias diciendo: “Domingo, Rastro Plaza del Oeste”. Y allí iba la gente acudiendo poquito a poco. La propia Asociación vendía algunas cosillas cono Cactus y pequeñas plantitas en vasos de plástico blancos que limpiábamos de la cafetera de un Colegio. Los vendíamos a 5 pesetas. Los críos llevaban tebeos y cromos y una persona que hacía casa pequeñas de escayola y pintadas de colores, discos, casetts, monedas, etc. Asimismo se vendía (por la voluntad) la “revista” del barrio.
Con las Elecciones Municipales, la Corporación presidida por Jesús Málaga, nos concedió el permiso de venta en rastro e incluso cortaban la circulación en los aledaños. Pero, eso sí, cobraban una pequeña tasa a los vendedores. Y ya comenzaron a ir algunos ambulantes con una furgoneta y al cabo de un año la cosa se fue extendiendo y llegamos a ocupar toda la Plaza del Oeste, la plaza del barrio, creándose un ambientillo agradable en los bares y corrillos. Las ventas debieron ser importantes para aquellos tiempos de forma que los puestos se extendían ya por las calles radiales a la Plaza, de tal manera que incluso llegaron a producirse algunos inconvenientes con entradas a garajes que se obstaculizaban, demasiados ruidos, imposibilidad de circulación peatonal a pesar de que siempre estaba presente la Policía Municipal.
Cuando fue alcalde Fernández de Trocóniz el Ayuntamiento se planteó trasladar de lugar el Rastro y así se hizo con la consiguiente polémica por parte de los vendedores y sobre todo por los bares y comercios de la Zona que se quedaban sin vida. Lo cierto es que allí era imposible seguir con el Rastro. Y se trasladó a la Ribera del río donde se mantuvo unos años, hasta su traslado definitivo a la Aldehuela donde ya el gran espacio permitía una mayor comodidad tanto a vendedores como a compradores. Entonces ya el lugar quedó constituido definitivamente como un Rastro con todas las de la ley. Y a la vista de tantas ventajas, no sin algunas quejas iniciales, quedó tal como hoy lo conocemos.
El primer local estuvo ubicado en la esquina calle Palacio Valdés con Gütenberg, en los bajos del Bar «El Javi». La Asociación de Vecinos siguió su marcha en un local cedido por el Ayuntamiento en la Calle Valle Inclán 23 (local que fue retirado para uso de la asociación en junio de 2012, argumentando que por la crisis resultaba insostenible el pago del alquiler, pues era un local particular. Alquiler que se financiaba desde el Ayto y que suponía mensualmente en esos momentos unos 400€). Era una especie de garaje con un “doblao” donde con mucha voluntad, se pudieron hacer algunos talleres y reuniones para actividades de la Asociación. El local fue el primero de que se dispuso en el barrio después de «peregrinar» por salones parroquiales y algunos bares. El Ayuntamiento lo alquiló en bruto y se tardó mucho tiempo (y hubo que recordárselo continuamente) en acondicionarlo y ponerle luz. Aún así, se utilizó desde el primer día tanto por la asociación de vecinos como por otras colectivos.